Battle AI

El sol caía a plomo sobre el Campamento Taji, una extensa base militar estadounidense justo al norte de Bagdad. En un rincón desolado del puesto, un grupo de soldados y marines estadounidenses se reunieron solemnemente alrededor de una tumba abierta, sudando profusamente bajo el calor de 114 grados. Estaban presentando sus respetos a Boomer, un compañero leal que había sido volado por una bomba apenas unos días antes. Un veterano de la Infantería de Marina de la guerra de Irak escribió en un foro: «Esos pequeños bastardos pueden desarrollar una personalidad y salvan muchas vidas». Un compañero infante de marina respondió: «Nos gustaron esos robots EOD. No puedo culparlo por darle a su robot una despedida adecuada, mantener a mucha gente a salvo e hacer un trabajo que la mayoría de la gente no querría hacer».

Pero no a todo el mundo le gustaban los robots. Un infante de marina que sirvió en Irak escribió sobre un robot que era propenso a funcionar mal: «Teníamos un robot que era un verdadero dolor de cabeza. Aceleraba sin motivo, giraba en la dirección que quería, se detenía, etc. Esto a menudo resultaba en que esa cosa estúpida se quedara atrapada en un agujero al lado de un IED. Así que, sí, teníamos que llamar a los chicos de EOD y perder su tiempo y el nuestro por culpa de este estúpido robot. Pienso: ‘Qué pedazo de basura'».

El debate sobre los robots en la guerra no se trata sólo de su eficacia en el campo de batalla. También se trata del vínculo emocional que los soldados forman con estas máquinas. Como escribió un soldado: «Esos pequeños robots pueden desarrollar una personalidad y salvan muchas vidas». Pero otros los ven como meras herramientas, que carecen de la humanidad y la compasión que conlleva el ser humano.

Soldiers

El Pentágono tiene la visión de un futuro en el que humanos y robots trabajen juntos sin problemas, y que los robots asuman tareas que son demasiado peligrosas o aburridas para los humanos. Pero para llegar allí, los militares necesitan superar el escepticismo y la desconfianza que muchos soldados tienen hacia los robots. Ahí es donde entran los «ingenieros de la confianza», un equipo de psicólogos e ingenieros que trabajan para generar confianza entre humanos y robots.

Uno de los desafíos clave es diseñar robots que se parezcan más a los humanos. Un estudio realizado por la Fuerza Aérea de EE. UU. descubrió que cuando los robots están diseñados para parecerse a los humanos, es más probable que las personas confíen en ellos. Esto puede ser tan simple como darle a un robot una cara o un lenguaje corporal más parecido a un humano. El objetivo es crear una sensación de familiaridad y comodidad con los robots, para que los soldados se sientan más cómodos trabajando junto a ellos.

Otro desafío es crear escenarios donde los humanos y los robots puedan interactuar y generar confianza. Esto puede ser tan simple como hacer que un robot realice una tarea que requiera juicio humano, como identificar un objetivo o tomar una decisión. Al darles a los robots más autonomía y poder de toma de decisiones, los humanos pueden empezar a confiar más en ellos.

El ejército también está trabajando para crear una cultura de confianza en torno a los robots. Esto incluye diseñar robots que sean más transparentes y responsables, de modo que los humanos puedan entender lo que están haciendo y por qué. Esto puede ser tan simple como darle a un robot una explicación clara y concisa de sus acciones o brindarle retroalimentación sobre su desempeño.

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Pero generar confianza entre humanos y robots no es sólo una cuestión de tecnología: también es una cuestión de psicología. El ejército está trabajando para comprender cómo los humanos perciben e interactúan con los robots, y cómo diseñar robots que sean más intuitivos y fáciles de usar. Esto incluye estudiar cómo las personas forman vínculos emocionales con los robots y cómo crear un sentido de empatía y compasión en torno a los robots.

Las apuestas son altas. Si el ejército puede integrar con éxito robots en sus fuerzas, podría revolucionar la forma en que se libran las guerras. Pero si fracasa, podría provocar una reacción contra los robots y la inteligencia artificial. El futuro de la guerra está en juego.

Como escribió un soldado: «Esos pequeños robots pueden desarrollar una personalidad y salvan muchas vidas». Pero como respondió otro soldado: «Esos robots son sólo máquinas, no son humanos». El debate sobre los robots en la guerra no se trata sólo de su eficacia en el campo de batalla, sino también del lado humano de la guerra.

Enlace al artículo sobre el chip de IA de Groq

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